Se trata de la zapatilla más liviana de la marca suiza, o al menos eso creemos. Las tenemos desde noviembre del año pasado, pero las hemos usado casi nada porque nos da un poco de pena. Son tan prístinas, se sienten tan frágiles, que nos da cosa. Pero bueno, basta de sentimentalismo, porque esta zapatilla es todo un hito dado que nacen de las entrañas mismas de un robot (bueno, y de la mente de los genios tras esa máquina). On desarrolló su innovación que llama tecnología LightSpray. Se trata de una técnica de impresión 3D en la que un brazo robótico crea una parte superior de zapato completa rociando un flujo constante de plástico espumoso. Todo el proceso lleva aproximadamente 3️ minutos. Listo, es la parte técnica que teníamos que decir.
Antes de todo lo bueno de esto, lo malo: esta es la zapatilla más difícil de ponerse jamás creada. Pero es curioso, porque una vez que te acostumbras, todo parece sencillo. En todo caso, diríamos que lo realmente malo es que es casi imposible poder encontrar un par, así que pueden odiarnos con tranquilidad por tener uno y casi ni usarlo. Del precio no hablamos, porque es algo – digamos – relativo.
Ahora, todo lo bueno: son ridículamente livianas, aunque no las más livianas, hay que decirlo (te lo dedicamos @adidascl ). Son confortables, amortiguadas, de andar suave, y esto es bueno porque estamos hablando que se crearon para los 42K. El ajuste es excelente, y eso de no tener cordones es notable. Dato relevante: si las comparamos con sus hermanas Cloudboom Strike no hechas por robot, el andar se siente muy similar porque la espuma y todo lo que está bajo el tejido robótico es el mismo. La zapatilla funciona, que es lo importante, aunque que lo digamos nosotros es medio irrelevante porque la buena de Hellen Obiri ha ganado cuanta maratón con cerro ha corrido en los últimos años. Ese es el mejor testimonio posible.
Disfruta las fotos, el video, y ojalá encuentres alguna de estas por ahí porque son caballo ganador para tu next race 🏇💨
