Nueva York ofrece un maratón tan famoso, popular, como desafiante. Hace pocos días fueron 55.646 maratonistas cruzaron los 42,2 kilómetros que serpentean por los cinco condados de la ciudad, comenzando en Staten Island, pasando por Brooklyn, Queens, Manhattan, el Bronx y terminando en un memorable cierre en Central Park. Nueva York es el maratón más grande del mundo, aunque entre los seis Abbott World Majors, se caracteriza por ser uno de los más lentos. ¿Pero cuánto más lento?
En apariencia, el recorrido no parece tan temible. A diferencia de otros maratones con pocas pero duras subidas (como Boston), Nueva York distribuye su desnivel de casi 300 metros a lo largo de toda la ruta. Los puentes, con sus vistas impresionantes, representan desafíos tempranos, especialmente el Verrazano-Narrows, de tres kilómetros de longitud, que requiere fuerza desde el inicio. Más adelante, las pendientes de la First Avenue hacia el Bronx y las colinas de Central Park en la última parte del trayecto se convierten en una prueba de resistencia, alternando tramos de aparente facilidad con desafíos implacables.
El trazado tampoco facilita el ritmo constante. Con 26 curvas, los corredores deben ajustar frecuentemente su velocidad, como si fuera una carrera de campo traviesa. Hasta los atletas élite experimentan este efecto, completando la carrera entre tres y cinco minutos por encima de sus mejores tiempos en rutas más planas. En los últimos cinco años, el tiempo promedio de las mujeres ganadoras ha sido de 2:24:30, unos siete minutos más lento que en otros Abbott World Majors de 2024. Este año, el campeón masculino Abdi Nageeye también quedó casi tres minutos por encima de su mejor marca de 2:04:45.
CJ Albertson, corredor estadounidense de élite, explicó que aunque su tiempo en Nueva York fue mayor que su récord personal reciente en Chicago (2:08:17), la experiencia fue más desafiante y estratégica, debido a las exigencias del recorrido. El canadiense Rory Linkletter compartió esta visión, comparando la carrera con un juego mental donde cada cambio de ritmo y pendiente exige paciencia y precisión. Con elevaciones constantes, vientos y cambios de velocidad, cada milla en Nueva York se siente como una prueba.
En promedio, los mejores tiempos de llegada son unos cuatro minutos más lentos que las marcas personales, así que, si corriste cerca de tu mejor tiempo, ¡considera que lograste algo monumental!