Valencia, con cara de major

Valencia, con cara de major – Por José Gellona

“Valencia, la ciudad del running”, un cliché autoimpuesto, pero que se han esmerado en hacer valer.

Me inscribí a esta carrera sin saber mucho acerca de ella. Leyendo en portales y recabando datos, sólo tenía la información de que era rápida y que estaba abierta la inscripción cuando pensé en un objetivo para el 2022. Lo que me llamó la atención es que siendo “grande”, llegas y te inscribes, como quien compra una entrada al cine; no hay que esperar a las famosas loterías, por ejemplo. Eso sí, se exige marca para estar en los corrales de adelante, por lo que puedes presentar un certificado desde un 42K hasta un 10k.

 

Con el paso de las semanas me fui adentrando en lo que sería la carrera y las experiencias que habían tenido amigos en ediciones anteriores, lo que fue generando altas expectativas. Fue así como llegue a la Expo el día sábado en la “Ciudad de las artes y las ciencias”, una zona de edificios modernos que contrastan con el centro histórico medieval de la ciudad. El lugar, además del retiro de números, es elegido como partida y meta de la carrera que festejaría su 42° edición. La recepción de los voluntarios es muy amable, entregándote el número de corredor y pulsera, para luego pasar por las tiendas, las fotos de rigor, y poder asistir algunas de las charlas gratuitas. Además, te otorgan la bolsa del corredor, la cual es muy completa.

Algo que me gustó mucho es que el día de la carrera la organización ofrece traslado, y gratis, cuando te alojas en los hoteles patrocinados. Se agradece mucho pues no estás preocupado de cómo llegar, sumado a que el día del evento la ciudad se paraliza por completo.

En el cajón/corral que te toca, hay mucho espacio para calentar, muchos baños además y, por la época del año (terminando el otoño y empezando el invierno), la temperatura es de cerca de 10 grados con nada de viento.

El recorrido es plano y la masa de corredores va muy apretada, aún así, el espacio para correr es suficiente. Al igual que otras carreras en el mundo, está pintada la famosa blue line en toda la ruta, ruta donde también hay mucho público alentando (al estilo europeo, bien sobrio y sin tanta parafernalia como los estadounidenses). Los puntos de hidratación están cada 5 kilómetros y, en los últimos 10k, cada 3. Estos son muy extensos por lo que no te quedaras sin tu hidratación. Te dan botella de agua (muy fácil de manipular) y Powarede. Además, en los kilómetros 20 y 28 te dan geles.

La llegada es con mucha gente, una meta celeste de madera sobre los adoquines. Hay muchos voluntarios que están atentos preocupándose de todos los corredores que llegaron mal. Luego caminas lentamente y te van entregando provisiones como la bolsa de finisher (con comida e hidratación) y la ansiada medalla. Muy emocionante. Los voluntarios se notan orgullosos de su carrera.

Después de caminar, vas a la guardarropía la cual está muy bien distribuida para no hacer fila y evitar enfriarse. En todo momento se vive un ambiente festivo, pero al estilo europeo, no como se acostumbra en Estados Unidos.

En suma, creo que es una gran carrera para buscar marca y creo que así lo entienden muchos atletas europeos. Me llamó la atención ver a mucho francés, mucho alemán e irlandés (además, obvio, que los españoles. Dueños de casa). Se batió el récord del circuito, lo que ratifica lo dicho anteriormente. La organización es impecable y no hay nada que envidiarle a una Major (al menos Boston y Berlín que son las que he corrido). La ciudad es realmente preciosa, con buen clima tanto en temperatura como en ambiente, ofreciéndote todo lo necesario para disfrutar la carrera.

Desde mi punto de vista, muy recomendable.